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domingo, 1 de febrero de 2015

38. La casa de mi padre

Anoche soñé que era un niño
Allí donde los pinos crecen libres y altos
Trataba de llegar a casa a través del bosque
Antes de que cayera la oscuridad
Oía el viento susurrando entre los árboles
Y voces espectrales surgiendo de los campos
Corriendo por ese accidentado camino con el corazón golpeándome
Y el diablo mordiéndome los talones
Me abrí paso entre los árboles y allí en la noche
Estaba la casa de mi padre brillando con fuerza
Las ramas y las zarzas desgarraban mi ropa y arañaban mis brazos
Pero corrí hasta que caí temblando en sus brazos
Me desperté pensando que las duras cosas que nos separaban
No volverían a desgarrar nunca más nuestros corazones
Me vestí y cogí el coche hacia esa casa
Desde la carretera vi las luces brillando en las ventanas
Subí la escalera y esperé en el portal
Una mujer a la que no reconocí salió y me habló a través de la puerta encadenada
Le conté mi historia y por quién estaba allí
Me dijo: «Lo siento chico, pero nadie con ese nombre vive ya aquí»
La casa de mi padre brilla con fuerza
Permanece como un faro llamándome en la noche
Llamándome y llamándome, tan fría y solitaria
Brillando al otro lado de esta oscura autopista donde nuestros pecados yacen sin expiar 

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