Miguel era de un pueblecito del norte de México
Vino al norte a California con su hermano Luís hace tres años
Cruzaron por el dique del río, cuando Luís sólo tenía dieciseis años
Y encontraron trabajo juntos en los campos de San Joaquín
Dejaron sus hogares y sus familias
Su padre les dijo, "Hijos míos, vais a aprender algo:
por cada cosa que el norte os da, os exigirá un precio a cambio."
Trabajaron codo a codo en los campos de fruta
Desde la mañana hasta que terminaba el día
Haciendo el trabajo que los gringos no harían
Corría la voz de que algunos hombres de Sinaloa buscaban mano de obra
En el interior del condado de Fresno había un rancho de pollos abandonado
Y allí en un pequeño cobertizo de hojalata al borde de un barranco
Miguel y Luís cocían metanfetamina
Podrías pasar un año trabajando en los campos de fruta
Cuando trabajando para los hombres de Sinaloa
Ganarías más que la mitad en un sólo turno de diez horas
Pero si tropiezas, el ácido hidriódico
Podría quemar tu piel hasta los huesos
Esos tipos te dejarían escupiendo sangre en el desierto
Si inhalases esos vapores
Fue a primera hora de un anochecer de invierno mientras Miguel estaba de guardia afuera
Cuando el cobertizo explotó, iluminando la noche del valle
Miguel bajó por un estrecho camino llevando el cuerpo de Luís sobre su hombro
Hasta la orilla del río y en la hierba alta murió Luís Rosales
Miguel subió el cuerpo de Luís a su camioneta y entonces condujo
Hasta un lugar donde la luz del sol de la mañana caía sobre un bosquecillo de eucaliptos
Allí desenterró diez mil dólares del suelo, todo lo que ellos habían ahorrado
Besó los labios de su hermano y le colocó en su tumba.
Vino al norte a California con su hermano Luís hace tres años
Cruzaron por el dique del río, cuando Luís sólo tenía dieciseis años
Y encontraron trabajo juntos en los campos de San Joaquín
Dejaron sus hogares y sus familias
Su padre les dijo, "Hijos míos, vais a aprender algo:
por cada cosa que el norte os da, os exigirá un precio a cambio."
Trabajaron codo a codo en los campos de fruta
Desde la mañana hasta que terminaba el día
Haciendo el trabajo que los gringos no harían
Corría la voz de que algunos hombres de Sinaloa buscaban mano de obra
En el interior del condado de Fresno había un rancho de pollos abandonado
Y allí en un pequeño cobertizo de hojalata al borde de un barranco
Miguel y Luís cocían metanfetamina
Podrías pasar un año trabajando en los campos de fruta
Cuando trabajando para los hombres de Sinaloa
Ganarías más que la mitad en un sólo turno de diez horas
Pero si tropiezas, el ácido hidriódico
Podría quemar tu piel hasta los huesos
Esos tipos te dejarían escupiendo sangre en el desierto
Si inhalases esos vapores
Fue a primera hora de un anochecer de invierno mientras Miguel estaba de guardia afuera
Cuando el cobertizo explotó, iluminando la noche del valle
Miguel bajó por un estrecho camino llevando el cuerpo de Luís sobre su hombro
Hasta la orilla del río y en la hierba alta murió Luís Rosales
Miguel subió el cuerpo de Luís a su camioneta y entonces condujo
Hasta un lugar donde la luz del sol de la mañana caía sobre un bosquecillo de eucaliptos
Allí desenterró diez mil dólares del suelo, todo lo que ellos habían ahorrado
Besó los labios de su hermano y le colocó en su tumba.
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